En la época de la Reconquista, Granada era el último bastión y enclave de los árabes, y su caída puso fin a casi 800 años de dominio árabe sobre gran parte de la Península Ibérica. No es de extrañar, pues, que los gobernantes españoles, tras conquistar esta ciudad, decidieran convertirla en símbolo de su triunfo.
El 2 de enero de 1492, el último emir de Granada -Muhammad XI, llamado Baoabdil- rindió la ciudad a los reyes católicos, a saber, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. Éstos, en señal de victoria sobre el Islam, ordenaron la construcción de numerosos templos para representar el poder del cristianismo. El más impresionante de ellos es la Catedral de Santa María de la Encarnación.
Un hijo monumental de muchos arquitectos
Aunque la construcción de este magnífico templo se inició en 1532, no finalizó hasta 1704, bajo la dirección del arquitecto Enrique Egas, que más tarde fue sustituido por Diego de Siloe, el artista que introdujo en España la idea del Renacimiento italiano. Tras la muerte de Siloe, las obras fueron llevadas a cabo por otros arquitectos, entre ellos el talentosísimo Alonso Cano. Fue él quien creó la característica fachada, que recuerda a un enorme arco de triunfo.
El estilo que representa la Catedral de Santa María de la Encarnación se denomina isabelino. Su nombre deriva de la iniciadora de la construcción, la reina Isabel I de Castilla, a quien el país debe su rápido desarrollo. Entre otras cosas, fue ella quien dio un apoyo decisivo a Cristóbal Colón y convirtió a España en la fuerza dominante en la carrera por los territorios de ultramar. El estilo isabelino es un fenómeno ecléctico en el mundo de la arquitectura. Es una combinación del fenomenal estilo mudéjar (puede leer más sobre él en nuestro blog) con elementos flamencos, góticos (con predominio del gótico inglés), renacentistas e incluso barrocos.
Interiores para no perderse
Visitar el interior de la catedral es una auténtica fiesta para el alma. Los austeros muros blancos y las columnas (¡de 43 metros de altura!) contrastan con la riqueza de las decoraciones doradas, el impresionante coro y las magníficas esculturas. Merece la pena visitar la sacristía, que alberga un museo con cálices ornamentados, cruces procesionales, relicarios, así como insignias de la reina Isabel, la espada de Fernando y banderas que recuerdan la conquista de Granada. Los amantes de la pintura también encontrarán aquí su sitio. El museo cuenta con obras de Hans Memling, Rogier van der Weyden y Sander Botticelli, así como con una extraordinaria colección de tapices flamencos e italianos.
Capilla Real
También adosada a la catedral se encuentra la famosa Capilla Real, o mausoleo, donde están enterrados Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, así como su hija Juana de Arco y su esposo Felipe I el Hermoso. Las tumbas son de mármol noble de Carrara y fueron realizadas por el escultor florentino de gran talento Domenico Fancelli. Bajo las tumbas hay un descenso que conduce a las criptas, donde se pueden ver los ataúdes originales que contienen los restos de Fernando e Isabel.
Los españoles creen que estar en Andalucía y no visitar Granada es como no estar. Y hay mucho de cierto en ello si se tiene en cuenta la innegable belleza del lugar y su importancia histórica. La Catedral de Nuestra Señora de la Encarnación es el corazón de la ciudad, y visitarla es una experiencia inolvidable.
En cualquier visita a Granada no debe perderse el mejor ejemplo de arquitectura árabe de Europa: la Alhambra. Más información sobre la Alhambra próximamente: ….